Por estos días estará a la venta en formato digital la obra "Cantos por el pueblo aymará", de Osvaldo Torres y Luis Cassorla, que interpretan el grupo Lican Antay de La Serena (fundado en 2003), los coros Lengua Madre de La Serena y Voces Blancas de los Colegios Santa Marta y Gabriela Mistral de Coquimbo, además del contingente de Quilapayún que está radicado en Europa (Carlos y Sebastián Quezada, Hernán Gómez, Hugo Lagos y Guillermo García).
La obra, que se presentó con éxito en varias regiones del país durante 2013, tiene su origen en el interés de Cassorla, profesor de música andina en dos escuelas francesas, por satisfacer su "insaciable apetito" en profundizar en "la música andina autóctona y la cosmovisión de esos pueblos". Cassorla, Osvaldo Torres, Hernán Gómez y Gustavo Araya (Lican Antay), enviaron por correo electrónico sus respuestas, que se intercalarán como si se hubiera tratado de una entrevista realizada en un solo lugar, para que opinen paralelamente de los tópicos comunes de este trabajo que cruza fronteras y generaciones.
¿Cómo lograron echar a andar la obra?
Luis Cassorla (LC): Tomé contacto con Hernán Gómez, porque desde mi juventud las voces de los Quilas eran como los chasquis del pueblo. También de alguna forma será un saludo de mi parte al cincuenta aniversario de la fundación del conjunto por Eduardo Carrasco. Hernán me aconsejó llamar a Osvaldo Torres, quien podría hacer los textos. Me faltaban los músicos. En 2010 hice una gira con mis alumnos de entonces (Taki Kuska) y por el azar de la vida, me encontré en La Serena con el magnífico grupo Lican Antay. Ahí se formó todo: la estructura musical y el mensaje.
Hernán Gómez, Quilapayún (HG): Se trata de una invitación que nos hiciera Luis Cassorla cuando su proyecto estaba en ciernes. De esto hace cuatro años. Enseguida, en mi opinión, lo decisivo fue el encuentro con Lican Antay. Ahí cristalizó todo y permitió montar el espectáculo en Francia, lo cual era el objetivo del momento. La breve gira por Chile fue un resultado posterior, formidable pero insospechado.
Gustavo Araya, Lican Antay (GA): El encuentro se produce casualmente en La Serena. Alejandro Meléndez, un colega músico y profesor de la misma Universidad donde yo trabajo, me pide que junto al grupo preparemos una presentación para un grupo de franceses que venía por Chile de gira y que dirigía un músico chileno-francés llamado Luis Marcel Cassorla. Nos convocamos en el teatro municipal de nuestra ciudad y ahí Luis nos invitó (sin tener nociones previas de nosotros) a participar en la obra. Por supuesto que nos interesó y nos animamos aún más cuando nos cuenta que Quilapayún y Osvaldo Torres están comprometidos en el trabajo. Imagínate, dos referentes importantes de nuestra historia musical y cultural. Dijimos que sí de inmediato.
¿Cómo ha variado la obra desde que su inicio hasta hoy?
LC: Inicialmente se llamó "Cantata por el pueblo andino"; que era más bien un homenaje a la Cantata Santa María de Iquique de Luis Advis, pero en sí mismo no es una cantata, ya que no tiene una instrumentación clásica europea que sí hay en la obra de Advis ni cuenta con ese desarrollo dramático. Es más bien un cuento musical, y por eso ahora se llama "Canto por el pueblo andino".
Osvaldo Torres (OT): Con mucha honestidad digo que en un primer momento lo escribí con rapidez y no le di toda la importancia que merecía pues, después de la experiencia del "Encuentro con las raíces" (obra montada por Illapu en los 70) me dije que nunca más escribiría desde el mundo andino, pues la distancia entre ellos y yo había generado en mi visión una ignorancia sublime que no me permitía hablar con propiedad de su vida de hoy. Sin embargo la gira con los Lican Antay y Quilapayún por algunas ciudades del Norte Chico me permitió un contacto directo con un público popular, que no sabe nada de mi trabajo, y que me ayudó a confirmar una idea dormida: que el lenguaje codificado por una visión de mundo diferente al contexto nacional no tiene cabida ni respeto en el mundo de hoy en Chile. Esta palabra ancestral y milenaria que transmiten los hombres y mujeres andinos es tan profunda que necesita de situaciones sociales y culturales extremas para ser comprendida o apropiada como algo de "todos".
En esos conciertos sentí que la gente de hoy, en esos lugares alejados de los avatares de la "cultura santiaguina", necesita aún más que nunca de este mensaje. Nuestra gente necesita ventanas diferentes para reflejarse en el espejo de la nación, y este lenguaje sigue siendo necesario y está más cerca de la "gran mayoría" de lo que yo pensaba. Creo que los sociólogos tienen una gran tarea para explicar cómo el fenómeno del "tinku" se ha apoderado con tanta de fuerza en todo el país en los sectores populares; hay algo de "indios" que sigue siendo vital en la nación mestiza que es nuestro país, a pesar de las desgraciadas frases racistas que "los mismos de siempre" siguen expresando a través del tiempo y de los medios de comunicación (por ejemplo: caso Anita Tijoux).
Toda esta reflexión y el reconocimiento de mi error me llevaron a revisar más profundamente el texto, entonces el cambio fundamental se produce al final, de donde saqué el texto completo de "Levántate, hijo" pero guardé la frase en algunos pasajes. No contaré de qué cuenta el final, pero es más dramático y actual que el "Levántate, hijo".
¿Cómo fue la relación de trabajo en el armado entre el texto y la melodía?
OT: Cada vez que escribo un texto, cualquiera sea su destinación, siempre lo pienso en ritmo y melodía, entonces para mí es siempre una sorpresa descubrir otras melodías y otros ritmos. El método de trabajo con Luis Cassorla se ha basado sobre todo en la confianza, realmente no hemos tenido sesiones de trabajo como las que he tenido con otros compositores, porque (hoy viejo) no he querido influenciar con mi presencia la creación del "otro". Los descubrimientos son bellos y múltiples, pues Luis es una persona muy seria, trabajadora (profesional)… pero siempre hay algo de frustración, decir que soy plenamente feliz sería muy deshonesto. Sin embargo no me muevo con juicios de valores, sólo hablo de lo mas intimo.
LC: Fue muy fácil trabajar con Osvaldo, primero porque conocía su trayectoria musical y también porque para mí el trabajo que hizo con los Illapu en "El grito de la raza" fue una forma musical que se me pegó, quizás inconscientemente. Tuvimos varios intercambios telefónicos para que sus textos cuadraran con la música y melodía ya escritas. En algunas piezas, además, hicimos que la música se adaptara al texto.
"Volveremos a encontrarnos", de Osvaldo Torres y Luis Cassorla.
El Quilapayún, salvo en su primera etapa, ha tenido una relación algo intermitente con la música andina. ¿Cómo fue para ustedes volver a adentrarse en este mundo de manera algo más decidida?
HG: Nuestro conocimiento de la música andina es limitado. El exilio y la lejanía explicarían la intermitencia. Sin embargo, siempre hemos utilizado los instrumentos andinos, aunque a nuestra manera. En las composiciones de Luis Advis por ejemplo, usamos la quena en contrapuntos o imitaciones. Esto llegó a ser un rasgo característico de nuestro estilo y de lo que en Chile se llamó "Nueva Canción". Eduardo (Carrasco) y Hugo (Lagos) formaban un súper dúo de quenas que se prolonga hasta hoy día con Ricardo (Venegas) y Fernando (Carrasco).
Este es un proyecto en común con otros artistas y lo asumimos como tal, por lo que nuestra colaboración se resume a cantar las tres voces principales. Luis quería que además tocáramos instrumentos, pero no tuvimos tiempo para aprender más porque estábamos preparando una gira. Fue para mejor, porque los Lican Antay tocan muy bien, forman un conjunto instrumental riguroso, excelente, y son estudiosos de la música andina y respetuosos de la cultura aymara.
¿De qué manera Lican Antay se vincula con el mundo andino?
GA: la mayoría de los integrantes del grupo venimos del norte. Más aún, Marcos Ape y yo pertenecemos por herencia sanguínea a las culturas aymara y atacameña o lican antay, respectivamente. Nuestra relación con "lo andino" es vivencial, desde siempre. Desde ese punto de inicio, asumimos una identidad respetuosa de lo tradicional pero dinámica, no estática. Es complejo profundizar en estas aguas pues hay muchos factores en juego, sin embargo no tenemos como grupo una posición única e inflexible. Atendemos lo diverso y nos convocamos en respeto a la tradición, al menos a aquella que hemos podido conocer. Nuestra interpretación también presenta matices, pues consideramos también nuestra cualidad de "gente urbana", tecnologizada incluso.
Es difícil hacer una interpretación literal sin caer en absolutos, ahora bien, si a veces hacemos tal cosa y ahí existen algunas fuentes, esas son la voz de los abuelos (ancianos aymaras, atacameños, quechuas, que conocemos y que nos han regalado la historia de sus propias vivencias). Puedo mencionar a don Eugenio Challapa y la señora Helena Mamani de Cariquima, a don Félix Panire QEPD de Ayquina – Turi, a don José Saire de Ayquina, entre otros. Las discusiones sobre lineamientos estéticos las reconocemos como finalidad de otros estilos y formas musicales, porque nuestro trabajo responde más a finalidades funcionales.
¿Cómo ha sido la reacción del público chileno y francés?. ¿Cambia la respuesta según el país?
LC: Puedo decir que aquí en Francia fue acogida con un gran interés y buenas críticas de prensa. Los franceses dan muestras de un interés muy significativo por el mensaje musical y social hacia las culturas andinas, .
¡Temía la reacción del público chileno! Más crítico y tal vez más exigente en la música y el discurso de esta temática sensible sobre uno de nuestros pueblos nativos.
Pero el interés fue muy grande y el hecho de venir a escuchar a los Quilas acompañado por un grupo de música andina folklórica, y Osvaldo Torres en el relato, era ya una marca de calidad.
En Francia existió un boom de la música andina hace muchos años, ¿allá aún hay interés por esa corriente?
HG: Sí, hay público que la sigue y grupos de jóvenes franceses que tocan música andina. Curiosamente, antes de difundirse en Chile los aires andinos sonaban ya en las radios francesas, interpretados eso sí, de manera un tanto "europeizada", con las imperfecciones que eso significa. Era a principios de los sesenta. Hoy en día, en el suroeste de Francia, persiste una verdadera afición por la música de nuestro continente y por la andina en particular. La vecindad con España, una importante población de origen hispánico y muchos sudamericanos contribuyen a esto. No es extraño entonces que este proyecto concebido por Luis se haya estrenado el 2011 precisamente en el sud-ouest y con éxito de público además. Es decir que el interés que despierta este tipo de trabajos, aunque circunscrito, es real.
En el caso de Lican Antay, ustedes han desarrollado gran parte de su trabajo enfocado en el norte. ¿Tienen alguna visión de lo que pasa con el movimiento andino en Santigo o en otras partes del país?
GA: Los discos en los que hemos plasmado el trabajo los producimos en forma independiente, por lo tanto los ofrecemos sólo en nuestras presentaciones, que la mayoría de las veces suceden en La Serena o Coquimbo. Respecto al movimiento andino urbano de la capital sólo quisiera decir que me parece interesante, pero por muchos motivos y no sólo positivos. Es difícil proponer aportes desde la distancia, sin embargo tenemos muchos amigos que nos apoyan y difunden nuestro grupo por allá. La distancia existe y tiene que ver principalmente con costos operativos y tiempos, quizás la tecnología y la Internet podrían ser mejor aprovechadas por nosotros.
En La Serena y más hacia el norte existe también mucho movimiento andino. Principalmente en peñas, tambos y otros eventos. Nosotros estamos constantemente presentándonos y compartiendo el trabajo acá. En el interior de nuestra sociedad late un ser latinoamericano/indígena/ mestizo/urbano/moderno que se ve conmovido por estos sonidos y formas musicales, sólo hace falta ponerlos en contacto directo.
¿Cuál dirían que es el principal aporte de este trabajo?
OT: El aporte fundamental que ha hecho esta obra es la generosidad que se ha producido en el escenario, juntando generaciones de diversos universos de la música, cuestión que le falta mucho a nuestro ambiente musical.
GA: Esta experiencia se vuelve significativa desde muchas perspectivas. Primero desde el contenido de la obra, pues refleja en su total extensión dos cuestiones que son fundamentales para las culturas originarias: lo comunitario y lo recíproco, Ayllu y Ayni. Estas formas dual de entender la vida se convierten en un principio y por lo tanto en un paradigma desde donde fundamos toda nuestra participación. En esos pilares (Ayllu y Ayni) nos sostenemos al hacernos parte de un grupo común, donde colaboramos con niños, niñas, jóvenes y viejos.
En esta línea, Osvaldo y los Quilas representan, desde nuestra urbanidad, los ancestros, nuestros antiguos (con todo lo simbólico que eso implica). Ellos han señalado y allanado este camino que hemos iniciado y les debemos respeto y admiración.
HG: Luis y Osvaldo contestarán con más propiedad sobre el asunto, cualquier juicio nuestro tómese como una impresión.
Digamos que uno de sus atractivos es la potencia y la belleza de las sonoridades andinas. Del punto vista del discurso, hay que valorar la mirada hacia la cosmogonía y la sabiduría aymara, en el entendido que se trata de un tema profundo, desconocido e incomprendido.
Musicalmente, está inspirada en los vientos y la rítmica de las letanías ceremoniales y en formas musicales ya conocidas y muy vivas que se pueden apreciar tanto en las fiestas de los pueblitos andinos del norte chileno como en los carnavales del lado boliviano.
Es una realización musical intergeneracional donde se mezclan nuestras voces a las de un coro de jóvenes serenenses y un coro de niños, con acompañamiento de los instrumentos andinos del grupo Lican Antay, Esto da lugar a una interpretación literalmente extraordinaria, son alrededor de 40 artistas.
Como todo proyecto artístico sólo el tiempo decidirá de su aporte, por ahora solo ha dado los primeros pasos.
¿Qué le espera a la obra después de su publicación?
LC: La idea, después de la salida del disco, sería hacer una gira en el norte de Chile, ¡donde se desarrolla la historia! Hay muchas energías, coros adultos, niños, Quilas, relato e instrumentistas…. En algún tiempo más se podrá comprar el CD, primero solo por Internet, y en Chile el responsable de la difusión será el grupo Lican Antay.
¿Qué otros proyectos tiene cada uno?
OT: Con Luis Cassorla. tenemos un nuevo proyecto sobre la importancia del agua, estoy trabajando en eso y cinco proyectos más. Además, hace poco edité de manera digital el disco "Mi mundo mínimo profundo".
LC: Estoy componiendo una obra sobre el agua, con textos originales de Osvaldo, para los Lican Antay y coros adulto y niños , que estrenaremos en julio en Chile (La Serena y Coquimbo) y en octubre en Francia, en el marco de un festival que organizo: "Festival al filo de los Andes", en la región de Bordeaux.
HG: Recibimos hace poco una propuesta para celebrar en Francia los 50 años del grupo, pero aún no hay nada confirmado. Más potente sería hacerlo en Chile. Ojalá tengamos noticias de esto a la brevedad. Justamente sería la oportunidad de entregar un testimonio formal, franco y extenso de la historia del Quilapayún frente a esa distorsión aberrante que parece haber solo en nuestro país.
Nuestra actividad se realiza principalmente en Chile y América. La situación en Europa ha cambiado, tenemos pocos compromisos pero seguimos recibiendo algunas propuestas.
En 50 años hemos realizado más de 2000 actuaciones, los dos tercios han sido aquí en Europa. Hemos recibido dos distinciones importantes, una en Francia y otra en España. Hemos logrado poner nuevamente al Quilapayún en la actualidad después del apagón de los años noventa. ¿Querría decir esto que gozamos aún de cierta notoriedad?.
En los hechos, desde el 2003 junto a compañeros de Chile hemos realizado unas 300 actuaciones. De ellas, un tercio en Europa incluidas 71 en Francia, país donde volvimos a escenarios importantes en París y otras regiones. Esta es la actividad, la del Quilapayún auténtico. Está detallada en nuestra agenda histórica, en nuestro sitio web y en la documentación del fondo Quilapayún del AMPUC.
He querido responder con precisión, en oposición a informaciones ambiguas y vagas que aparecen por allá, acreditando la supuesta carrera de un grupo que de vez en cuando va a Chile desde aquí reivindicando "absolutamente" nuestra historia, en circunstancias que en comparación a nosotros, en lo absoluto, en lo concreto, no la han vivido y hoy existen precariamente.
GA: La verdad es que trabajamos en varios proyectos durante el año. Uno de ellos es uno que estamos finalizando y que tiene que ver con Tomás Paniri, un Lican Antai del siglo XVIII que en 1781 se levantó contra los abusos de la corona e iglesia española. Para este año, además, tenemos otras iniciativas que hemos postulado a fondos concursables y de las que no podemos adelantar nada aún.
http://elmeollocultural.com/un-canto-por-el-pueblo-aymara-musica-que-cruza-fronteras-y-generaciones/